sábado, 14 de febrero de 2015

794 ¿ILUSOS?

(Robert Crumb)

Es la historia de siempre.

Se falla el Premio X en favor del escritor A, y enseguida empiezan a alzarse voces que hablan de tongo: que si el premio estaba dado de antemano, que si A es un mercenario de las letras y ya había ganado con anterioridad el premio Y o el premio Z (premios que, como X, -y según esas voces- son también premios dados de antemano), que si algunos de los miembros del jurado son desde hace años más conocidos por sus escandalosos fallos en otros certámenes que por su producción literaria, que si...

Que si...


A mí, sin embargo, lo que realmente me ha llamado la atención de este concurso X ha sido el elevado número de manuscritos presentados: 
 
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Y no porque me cueste creer que, en pleno siglo XXI, de verdad existan casi ochocientos escritores anónimos que todavía alberguen esperanzas de ganar un premio literario que desde hace años solo ganan escritores famosos, sino porque gracias a ellos acabo de comprender que aquí el que no corre... vuela, y que si hay algún iluso en toda esta historia, ese soy yo.

Digo esto porque hasta ahora yo era de los que pensaba en todos esos aspirantes a escritor como pobres víctimas de un mundo editorial que los maltrataba y menospreciaba. Sin embargo, me ha bastado con echar una ojeada al periódico donde se informaba del fallo para comprobar que la temática de las obras presentadas a este concurso giraba en un alto porcentaje en torno al género histórico, negro o policial. Es decir, al tipo de novelas que todas las editoriales importantes están publicando de un tiempo a esta parte. Luego, no es descabellado pensar que muchos autores hoy no estén escribiendo lo que de verdad desearían escribir, sino lo que piensan que tiene más probabilidad de ser publicado. 
 
De ser así, es muy posible que entre esos casi ochocientos autores que hace unos meses enviaron su manuscrito al premio X hubiera muy pocos ilusos y demasiados listos.

Vamos, que como dicen en mi pueblo: “Aquí el más tonto arregla relojes”.

Pero esto, al menos para mí, es una muestra clara de la actual perversión de la literatura, una perversión de la que tanto escritores, editores y lectores somos responsables. Que ahora mismo haya desperdigados por el mundo miles de auto-denominados escritores que han decidido aparcar su vergüenza con tal de vivir de la literatura (a toda costa, sea como sea), me reafirma en la idea de que cada día hay más editoriales de mierda publicando libros de mierda escritos por autores de mierda para una masa ingente de lectores de mierda.