lunes, 30 de mayo de 2011

¡QUÉ REMEDIO!

Esta es una de esas noches en las que mis pies descalzos terminan siempre por esbozar un sendero sobre el parquet, a fuerza de tanto acunar a mi enano por todas las estancias de la casa; un camino que, en mi caso, no lleva a Roma, sino a la pequeña biblioteca familiar. Es ahí donde me encuentro ahora, sentado en el futón con el bebé dormido, entregado al insustancial entretenimiento de imaginar cómo verá él esta habitación dentro de apenas unas semanas, cuando comience a andar y los libros apilados en las estanterías surtan en él el mismo efecto que en su padre va ejerciendo ya su inminente entrada en la cuarentena.  


jueves, 5 de mayo de 2011

PERDIENDO EL TIEMPO...

Una constatación más de mi injustificable tendencia a malgastar el tiempo en ocupaciones estériles podemos encontrarla en mi última visita a Córdoba, donde he pasado horas y horas asomado a la ventana del comedor de mi hermana, observando el magnífico edificio en ruinas de enfrente, especulando cómo serían los días cuando todos esos negocios que ahora están cerrados vivieran sus días de esplendor. 


En fin, tal vez sea ese mi sino: contemplar la vida que fluye ahí fuera mientras dejo pasar la mía de largo.