viernes, 24 de septiembre de 2010

UNA MAÑANA DE VIERNES...


No es ésta una mala forma de pasar un viernes por la mañana. En una mano mi enano. En la otra un libro excepcional de Martín Amis. Y en el horizonte aún nueve fantásticos días de permiso paternal. La vida a veces tiene su punto.

martes, 21 de septiembre de 2010

(ETNOGRAFIANDO) LA RED


Es una idea, un conjunto de ideas, a las que no paro de darle vueltas desde hace meses. Durante más de un siglo los etnógrafos de medio mundo se han pateado las islas, selvas, desiertos y montañas del otro medio, en busca de sociedades primitivas, grupos cuya particular estructura social, parentesco o creencias religiosas les ayudaran a representar cómo éramos nosotros hace miles de años, o contribuyeran a alimentar la ya de por sí confusa tipología de la evolución de las sociedades humanas.

Este panorama, sin embargo, ha cambiado mucho desde entonces. Como advierten Velasco y Díaz de Rada (1): “ya no es posible encontrar lugares con culturas prístinas sino a costa de grandes incongruencias”. La porosidad de las fronteras culturales hace que incluso pueblos clásicos en la literatura antropológica (como los samoanos, los hopi o los trobriandeses) hayan asimilado el conocimiento antropológico que se ha generado sobre ellos (2). Además, los medios de comunicación informan constantemente sobre la producción cultural que tiene lugar en cualquier rincón del planeta.

Es ahí, precisamente, donde yo quería llegar. Puede que en pleno siglo XXI cualquier intento de investigación etnográfica tradicional conlleve grandes dificultades y limitaciones (no sólo debido a la “contaminación” de otras culturas o a monografías anteriores, sino también a las políticas culturales de los países donde se investiga, que imponen condiciones para la consecución de licencias de investigación), pero que estos espacios estén semi-agotados no significa que no existan otros lugares propicios para el estudio antropológico. La propia evolución de la sociedad genera nuevos campos de actuación, y un ejemplo de esto es Internet.

Durante los últimos meses (3) he pasado muchas noches buceando por Facebook, analizando el grado de privacidad con el que una muestra de los usuarios de esta red social blindan los datos que cuelgan. No sé, me llamaba la atención cómo en general la gente protege con celo su intimidad -inmersos como estamos en una sociedad hipervigilada (4)- pero luego deja al descubierto su perfil en las redes sociales (5). Esa dicotomía intimidad/exhibicionismo que hace que increpes en la playa a alguien que saca una fotografía demasiado cerca de donde tú tomas el sol, para acto seguido colgar en tu perfil abierto no sólo fotografías y vídeos de tu vida cotidiana, sino también tu ideología política, creencias religiosas, gustos e intereses, nivel de estudios, enlaces a tus blogs y/o webs, etc.

Esto que acabo de contar es para mí un ejemplo de cómo los avances sociales auspician a menudo la aparición de nuevos campos de investigación. Pero no es el único. La información que uno puede extraer mediante la observación de herramientas de Internet como Youtube o Flickr es, sencillamente, inmensa. Tal vez el siguiente ejemplo muestre con más claridad lo que pretendo contar: en Flickr (sitio web que permite almacenar, ordenar, buscar, vender y compartir fotografías y videos en línea) encontré hace unos meses un interesantísimo álbum de Josh Goleman titulado “Adam and Halli’s Wedding” (6). Si no me equivoco al recordarlo, son 105 fotografías que muestran los preparativos y la boda en sí de una pareja norteamericana en Brooklet (Georgia). Para mí, estas fotos no tienen desperdicio. No es sólo que están muy bien hechas; además dejan entrever con claridad los entresijos de un tipo de ceremonias que difieren bastante de las que uno está acostumbrado a vivir aquí. En fin… cuelgo algunas fotos del álbum y me callo por fin.









NOTAS

(1) Velasco, H. y Díaz de Dada, A. 2006. “La lógica de la investigación etnográfica. Un modelo de trabajo para etnógrafos de escuela”. Madrid: Trotta.

(2) Un ejemplo simpático, a la vez que ilustrativo, de esta crisis de representación podemos encontrarlo en el libro de Velasco y Díaz de Rada citado dos líneas más arriba: “Un investigador en una comunidad de Gabón iba a tener una importante entrevista con un informante cualificado. La preparó con la lectura de una monografía clásica sobre la zona. La entrevista, que tuvo lugar a la entrada de la choza-vivienda del informante, fue transcurriendo con normalidad. El investigador fue preguntando las preguntas que tenía preparadas y recibiendo respuestas que juzgó pertinentes e interesantes. En un momento determinado formuló una nueva pregunta, el entrevistado titubeo un poco y se excusó, entró en la vivienda y volvió al cabo de un momento con un ejemplar en la mano de la misma obra clásica que había servido al investigador para preparar la entrevista”.

(3) Con la excusa de elaborar un trabajo que debía presentar para una de las asignaturas en las que estoy matriculado este curso.

(4) Algunos ejemplos curiosos del mundo hipervigilado en el que vivimos pueden leerse en “Videovigilancia: la edad de la cámara”, de Vicente Luis Mora, publicado en su blog “Diario de Lecturas”: http://vicenteluismora.blogspot.com/2008/07/videovigilancia-la-edad-de-la-cmara.html

(5) Casi la mitad de los usuarios españoles de las redes sociales no asegura sus perfiles, según se desprende del Informe Anual del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación: http://www.inteco.es/extfrontinteco/img/File/informeanual_inteco2009_web.pdf

(6) Para visualizar el álbum completo, pincha sobre el siguiente enlace: http://www.flickr.com/photos/joshgoleman/sets/72157618696810216/with/3557858277/