jueves, 30 de junio de 2011

¿FUTUROS LECTORES? (2)

Tal y como apuntaba en un post anterior, mis peores presagios comienzan a materializarse. Aunque, la verdad, es algo que ya se veía venir desde hace aproximadamente un mes cuando, acuciado por la falta de espacio, decidí reestructurar la biblioteca familiar. Eso me llevó a utilizar la repisa como estantería improvisada, idea que en un primer momento me gustó bastante, pues me iba a permitir agrupar (¡por fin!) todos los libros de poesía anteriormente desperdigados por la casa. Ni por asomo podía sospechar entonces que esos, precisamente, iban a ser los primeros ejemplares a los que iba a tener acceso mi crío en cuanto fuera capaz de incorporarse solo. Lo cierto es que el asunto tiene delito, pues su hermana mayor ya me había puesto sobre aviso hace algo más de un año, una mañana recién levantada en que se le cruzaron los cables y decidió de forma unilateral proclamar la biblioteca como su “Museo de los Libros”.


A partir de ese día la cría empezó a cobrarme entrada a la biblioteca y a “personalizar” todos los ejemplares colocados al alcance de su mano. Desde entonces son muchos los tomos que lucen mini pegatinas de Hanna Montana, princesas de Disney, estrellitas plateadas o, como en el caso del pobre Foster Wallace, simples rayajos. 





Eso sí, al menos los permanentes destrozos causados son compensados por la satisfacción de ver como día a día crece su interés por juntar y leer palabras. El pequeño, sin embargo, y aun a riesgo de emitir juicios precipitados, atesora muchas papeletas para convertirse de aquí a nada en una versión mucho más destructiva y letal que su hermana. 


Queda el consuelo, al menos, de saber que su primera elección no ha podido ser más acertada. En fin, no todo el mundo puede decir que el primer libro que tuvo entre sus manos fue la poesía completa de Borges (1)



(1) Aunque lo que luego hizo con él, casi mejor me lo reservo.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, José Luis.

    Supongo que todo esto no es sino el fruto de una determinada actitud ante la vida. El caso es que siempre, ante las tragedias familiares, los desengaños amorosos o los reveses laborales he terminado abrazando el disparate. A veces pienso que, simplemente, es inmadurez y que debería hacérmelo mirar por un psicólogo. Pero (por experiencia propia) me fio tan poco de ellos…

    Un abrazo.

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