miércoles, 14 de mayo de 2014

TOMANDO POSICIONES PARA EL VERANO

Se acerca mi cumpleaños.

Y con él un momento que se repite, puntual, año tras año, ese instante en el que mi madre me felicita con un beso y me da un billete de 50 euros mientras afectuosamente me reprende por anticipado: “Pero no te compres más libros, niño, que un día os van a echar de la casa”.

Pues va a ser que no, madre.


sábado, 10 de mayo de 2014

LECTURAS EN EL BAÑO (Mayo 2014)

Lo reconozco. Últimamente estoy teniendo mucha suerte con mis lecturas. Apenas cierro un libro bueno cuando abro el siguiente y está todavía mejor. A día de hoy se amontonan en mi cuarto de baño cuatro libros que intento compaginar de la mejor forma posible. Son estos:


Libertad”, de Jonathan Franzen. Ed. Salamandra.

Es la primera novela que leo de este autor norteamericano. Y la verdad es que me está gustando tanto que veremos a ver si no continúo con “Las correcciones”, otro “tocho” de Franzen que también lleva varios años aparcada en mi biblioteca. “Libertad” es uno de esos libros que uno lee muy de tarde en tarde, y que tiene la facultad de hacer que durante una temporada sientas que todo lo que estás leyendo o acabas de leer es pura basura. Dejo un fragmento cualquiera de este libro, el primero con el que mis ojos se han topado al abrirlo al azar:

“… y cuando fue a Port Authority y recibió a Conny en la puerta de llegadas, pensó que nunca se había alegrado tanto de verla. Durante el mes anterior, comparándola mentalmente con la incomparable Jenna, había perdido de vista lo atractiva que era, a su manera esbelta, austera y ardiente. Vestía un chaquetón de marinero que él no conocía y fue derecho hacia él y acercó la cara a la suya y los ojos muy abiertos a los suyos, como si se apretase contra un espejo. En el interior de Joey se produjo un drástico derretimiento de todos los órganos. Estaba a punto de echar cuarenta polvos, pero era más que eso. Era como si la estación de autobuses y todos los viajeros de bajo poder adquisitivo que pasaban alrededor de ellos dos estuvieran equipados con ajustes de brillo y color cuya intensidad había sido reducida radicalmente por la mera presencia de aquella chica que Joey conocía desde siempre.”


La verdad sobre Marie”, de Jean-Philippe Toussaint . Ed. Anagrama.

De Toussaint había leído con anterioridad cuatro novelas, todas ellas entre enero de 2003 y agosto de 2004: “El cuarto de baño”, “Monsieur”, “La cámara fotográfica” y “La televisión”. Luego, durante más diez años, apenas había vuelto a saber nada de él. En parte, supongo que porque ninguna editorial se animó a continuar traduciendo sus libros al español. Para mi sorpresa, hace poco leí que un libro suyo (“Hacer el amor”) había sido publicado por la editorial Siberia, de reciente creación, y a punto estaba de hacerme con él cuando cayó en mis manos la versión electrónica de “La verdad sobre Marie”. Y con él ando. Con la idéntica sensación que tuve con sus libros anteriores: libros que no terminan de engancharme pero que, por alguna extraña razón que se me escapa, no puedo dejar de leer.


Once maneras de sentirse solo“”, de Richard Yates. Ed. RBA.

La verdad es que he tenido un poco abandonado este libro durante los últimos días, por culpa de la absorbente novela de Franzen. Pero eso no significa que no me esté gustando. Al contrario, los pocos cuentos que he leído me han parecido magníficos. Como su nombre indica, todos ellos giran en torno a la soledad, pero entendida (y vivida) desde diferentes puntos de vista. Promete mucho.


Una novela rusa”, de Emmanuel Carrère. Ed. Anagrama.

De Emmanuel Carrère sólo había leído “El adversario” (novela que, tengo que decirlo, me dejó un gran sabor de boca), y aunque tengo otros tres libros suyos dando vueltas por las estanterías, no me habría atrevido con "Una novela rusa" en estos momentos de no ser por la recomendación e insistencia de Juan Miguel Contreras, escritor y bloguero con el que pasé una estupenda tarde hace un par de semanas. Aprovechando que venía a la biblioteca municipal de La Solana para hablar de “La muñeca rusa” y “Cardiopatías” (sus dos últimos libros publicados), conseguimos cuadrar nuestros horarios sobresaturados de pañales y potitos para, entre cafés y cervezas, charlar y recomendarnos mutuamente un puñado de libros imprescindibles, tesoros que (por desidia o ignorancia) se me habían pasado por alto y que son una prueba fehaciente más de las grandísimas lagunas que tengo como lector.