―¿Cómo explicaría el placer de investigar y descubrir a alguien no familiarizado con la ciencia? ―pregunta la periodista.
Konstantin Novoselov, que acaba de recibir el Premio Nobel de Física con apenas 36 años por su descubrimiento del grafeno, lo piensa unos segundos, sonríe, y apoyando levemente los codos sobre la mesa de su despacho de la Universidad de Manchester responde:
―Imagine que está recorriendo el Gran Cañón de Colorado o un sitio así de bonito en España, o en Canadá... El paisaje que se le va apareciendo ante los ojos es grandioso y uno sigue avanzando convencido de que un poco más allá habrá otro panorama más estupendo aún. Tienes que trabajar duro para avanzar, pero lo haces porque esperas encontrar algo magnífico, interesante. Esta es la mejor comparación con la investigación.
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