No es un ningún secreto. Córdoba es el lugar al que siempre quiero volver, y la Judería de madrugada una puerta con vistas a un mundo que ya sólo habita en mi mente. Basta un rincón como este (ubicado junto a la Puerta de Almodóvar, al inicio de calle Cairvan) para que merezca la pena acercarse hasta esta ciudad y perderse entre sus callejas.
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