Mostrando entradas con la etiqueta DAVID FOSTER WALLACE. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta DAVID FOSTER WALLACE. Mostrar todas las entradas

viernes, 20 de diciembre de 2013

PROPÓSITOS LECTORES PARA EL 2014

Varios son los propósitos que, como lector, me he impuesto para el 2014. El primero de ellos es profundizar en el catálogo de algunas pequeñas editoriales que intuyo guardan un buen puñado de tesoros ocultos. No en vano, muchos de mis mejores momentos como lector los he pasado estos últimos meses con libros de editoriales como Pálido Fuego, Xórdica, Baile del Sol o Salto de Página.

(Estos son, de momento, los dos primeros títulos que me he agenciado para tal fin: “Cardiopatías”, de Juan Miguel Contreras –La Internacional Samizdát- y “Tangram”, de JuanCarlos Márquez –Salto de Página-).

El segundo propósito es para valientes. Básicamente, consiste en plantarle cara a un puñado de “librosacojonantementegrandes” (tanto por su extensión como por lo bien que todo el mundo habla de ellos) que tengo pendientes (algunos desde hace bastante tiempo). La idea es hacer algo así como un “Doce meses, doce tochos”, aunque reconozco que la lista que tengo confeccionada se acerca peligrosamente a la treintena. Lo cierto es que me conformo con leer uno de ellos al mes, y lo bueno es que, salvo un par de excepciones, los tengo todos disponibles en casa (en papel o almacenados en mi Reader). Entre los títulos elegidos figuran “La casa de hojas”, “La broma infinita” o “El plantador de tabaco”, además de los “Cuentos Completos” de autores como Scott Fitzgerald, Cortazar, Faulkner o Nabokov. Eso sin perder de vista a Dostoievski (que me encanta, y me quedo corto) y Tolstói (del que todavía no he leído nada). El propósito, como puedes ver, es bastante ambicioso, y está muy relacionado con mis muchas e interminables lagunas como lector. Como he dicho, no sé en qué porcentaje lograré cumplirlo, pero prometo esmerarme y ponerlo todo de mi parte. 

 
(Una muestra con algunos de los tocho-libros que me gustaría leer el próximo año)

El tercero de mis deseos está alimentado por unas irrefrenables ganas de regresar a mis orígenes como lector, a ese momento en el que comienzo a ser consciente de que nunca voy a ser tan feliz como cuando tenga un libro en las manos. Ahora mismo no sabría decir qué libro tenía en mis manos cuando convertí mi afición por leer en una adicción brutal e insaciable, pero sí cuál era el autor: Gabriel García Márquez. Por eso a lo largo de este año intentaré releer un buen puñado de sus textos.
 

El último de mis propósitos es también el más importante. Aunque, para ser sincero, debo decir que no es un proyecto nuevo. De hecho, con este ya son tres los años que voy a empezar imponiéndome la tarea de leer “A sangre fría”, de Truman Capote, el libro que leía mi hermana pequeña cuando nos dejó. 


La verdad es que he empezado este libro numerosas veces y siempre me ha parecido excelente, pero hay algo que, llegado a un punto, me impide avanzar. Este año lo intentaré de nuevo. No sé, es una puerta que, quiera o no, debo cerrar alguna vez. 

sábado, 14 de diciembre de 2013

LOS 12 DE 2013


Con la excusa de que ya están aquí las navidades, llevo unos días dándole vueltas a cuáles han sido los mejores libros que he leído durante el 2013. Y, la verdad, no me está resultando fácil. Lo cierto es que durante estos últimos años he venido experimentando una asimétrica relación entre los libros que compraba y leía. Básicamente, porque compraba ocho o diez veces más libros de los que luego terminaba leyendo. Y no porque estos últimos años haya leído poco (de hecho dudo que haya dejado pasar un solo día en todo ese tiempo en el que no haya dedicado un mínimo de cuatro o cinco a leer), sino porque, por lo general, lo que he leído han sido etnografías y manuales de antropología. Como consecuencia hoy soy un tonto más con otro título colgado en la pared y una pila desproporcionada de libros por leer. Libros pendientes que, en su inmensa mayoría, hace ya mucho que dejaron de estar visibles y bien posicionados en las estanterías de las librerías. Afortunadamente, esta carencia continuada de literatura de ficción ha sido mitigada durante estos últimos doce meses por una voracidad lectora como no recordaba en años. He leído mucho, con ansias, aunque reconozco que mis lecturas se han restringido por lo general al universo de libros que tenía abandonados. Escribo esto porque puede que cuando (más abajo) eches un vistazo a mi particular selección no encuentres muchos libros de esos que durante este año los críticos han calificado como excepcionales e imprescindibles.

Avisado quedas, pues.

Por otro lado, antes de enumerar la lista con los 12 libros que más me han gustado este año, me gustaría aclarar que, a la hora de escoger un libro, he valorado casi siempre el hecho de que su autor fuera joven y/o que escribiera literatura en castellano. En fin, ya he dicho alguna que otra vez que me hice lector gracias a la obra de escritores como García Márquez, Donoso, Benedetti o Vargas Llosa, y después de tantos años deambulando por el mundo a la caza de nuevos autores me apetecía mucho volver a los orígenes. En lo que respecta a los autores jóvenes, la razón es que desde hacía ya algún tiempo venía leyendo lo que algunos de ellos escribían en su blog o contaban en twitter, y sentía curiosidad por “dar el salto” y conocer algo representativo de su obra. He de decir que tanto en el primer caso como en este, las sorpresas han sido casi siempre muy gratas.

Bueno, lo dejo aquí. Espero que estos libros sean de tu agrado.   

Ya me contarás.

SELECCIÓN LIBROS 2013

“Ropa tendida”, de EVA PUYÓ (Editorial Xórdica).

 
“La librería”, de PENELOPE FITZGERALD (Editorial Impedimenta).

 
“Acantilados de Howth”, de DAVID PÉREZ VEGA (Editorial Baile del Sol).

“Antes de conocernos”, de JULIAN BARNES (Editorial Anagrama).

“El obsceno pájaro de la noche”, de JOSÉ DONOSO (Editorial Planeta-Agostini)

 
“Hoy, Júpiter”, de LUIS LANDERO (Tusquets Editores).

 
“El universo de al lado”, de EDUARDO DEL LLANO (Editorial Salto de Página).

 
“El fumador y otros relatos”, de MARCELO LILLO (Editorial Caballo de Troya).

“Conversación en La Catedral”, de MARIO VARGAS LLOSA (Editorial Seix Barral).

“Intento de escapada”, de MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ (Editorial Anagrama).

“2020”, de JAVIER MORENO (Editorial Lengua de Trapo).

“La escoba del sistema”, de DAVID FOSTER WALLACE (Editorial Pálido Fuego).

martes, 30 de julio de 2013

COSAS DEL DESTINO


(1)
Que nuestras vidas están gobernadas por un misterioso e inexorable destino es algo de lo que tengo constancia desde pequeño.

Si no me crees, espera a leer lo que me ocurrió el otro día.
Verás: ya he contado con anterioridad que llevo bastantes años sin hacer planes para el verano. De ese modo la decepción cuando llega septiembre es manejable. Pese a todo, no me apetecía dejar pasar todo julio y agosto sin hacer algo especial. Aunque fuera insignificante. Y qué mejor cosa, me dije, que leer por fin un libro de verdad. A estas alturas del año uno está ya saturado de tipejos como Foster Wallace o Jean-Philippe Toussaint, generadores de bodrios tan insulsos y minoritarios que apenas si leen con suerte (o eso dicen) mil personas en todo el país. Qué diablos, me apetecía leer algo de literatura con mayúsculas, avalada por millones de lectores en todo el mundo. Yo qué sé… lo último de María Dueñas, cualquiera de Ken Follett. Al final (tras darle muchas vueltas) llegué a la conclusión de que si ha habido en estos últimos años un libro bueno de cojones ha sido sin duda “El código da Vinci”, un verdadero pelotazo que (según tengo entendido) allanó en su momento el camino a un puñado de títulos que hoy se nos antojan imprescindibles. De hecho, he leído por ahí que no eres nadie si no has devorado las obras completas de Stieg Larsson o E. L. James, lo que en mi caso constituye la constatación irrefutable de mi ignorancia lectora. Entre nosotros: no se lo contéis a nadie, pero se me cae el alma al suelo cada vez que piso el domicilio de algún amigo y me topo de sopetón con la librería de su salón, atiborrada de obras inmortales como la trilogía de “Cincuenta sombras de Grey” o la de “Millenium”. Libros imprescindibles donde los haya, intemporales, del grosor todos del rabo de Nacho Vidal...
—Pero… ¿Te los has leído todos?
—Claro, jeje. Y algunos dos veces.
Y yo, que quieres que te diga, en ese momento envidio tanto a mi amigo, lo odio tanto por hacerme sentir un ser insignificante y mierdoso a su lado, que quisiera que las baldosas de mármol travertino de su salón se abriesen y me engullesen sin misericordia y para siempre.


(2)
Pero, permitidme que prosiga con lo que quería contaros, pues lo cierto es que a pesar de todos estos remordimientos generados por mi supina mediocridad, el verano avanzaba y yo iba demorando un día tras otro la adquisición del celebrado libro de Dan Brown. En su lugar, consumía mi existencia tirado a la bartola en la piscina municipal, enfrascado en la enésima relectura de “Conversación en La catedral (qué simplicidad, Dios santo), o pintando habitaciones y montando muebles de Ikea para el dormitorio de mis pobres vástagos.
Sí, amigo, así estaba hasta que el destino vino a mí.
Y de qué manera.
Todo sucedió hace apenas una semana, mientras disfrutaba de unos días de asueto en Vilanova i la Geltrú. En esta localidad barcelonesa vive casi toda mi familia materna, motivo por el que suelo frecuentarla cada tres o cuatro años. Esta última vez, sin embargo (cada vez somos más y la hospitalidad tiene un límite –aunque sea físico-), tuvimos que alquilar un apartamento durante nuestra estancia allí. Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que en el mueble del comedor descansaban un centenar de libros.
Entre ellos “Agosto 1914” de Alexandr Solzhenitsin.


Buena lectura para la playa, pensé, mientras abría el cajón del minibar con la esperanza de que la dueña, además de novelas, también nos hubiera agasajado con alguna buena botellita de ron. En su lugar lo que me encontré fue esto:
 

No es broma.
Y encima en inglés.
Si eso no es una señal del destino ya me contarás…




(3)
Pero a mí no me gustan las cosas impuestas. Por cojones. Para que te hagas una idea, soy de los que en clase no obliga a los niños a leer porque entiende que esta actividad debe ser un placer y no una simple asociación del texto con la conjunción “y”. “Lee y haz un resumen”. “Lee y extrae las ideas principales”. “Lee y contesta a estas preguntas”. Tu puta madre. Y lo que no quiero para mí no voy a quererlo para mis muchachos. Por ese motivo volví a meter a Dan Brown en el armario, eché la llave y me largué a la playa con el tocho de Solzhenitsin bajo el brazo.
Que la cosa iba en serio lo supe casi inmediatamente, apenas tendí la toalla sobre la arena.



(4)


De modo que ahí me tienes desde entonces, acojonado, con un diccionario de japonés al lado y el traductor de google a pleno rendimiento, intentando descifrar la historia de Brown en el idioma del país del sol naciente.

Lo demás puede esperar, oye.
No pienso contrariar una vez más a mi implacable destino. 




viernes, 4 de enero de 2013

10 LIBROS PARA ABRIR BOCA...

Hablar de cuáles han sido los mejores libros del año que acaba de abandonarnos sería, por mi parte, un acto de enorme vanidad y fanfarronería. Básicamente, porque durante el 2012 he leído poco. A ver, casi no he hecho otra cosa durante mi tiempo libre, pero no han sido novelas ni poemarios, sino etnografías y libros de texto sobre Etnología Regional, Parentesco o Antropología Política. Si a eso añades el hecho de que cada año se publican en España decenas de miles de libros de los cuales yo (si me aplico) apenas leeré 60 o 70, comprenderás que la confección de una lista “real” de los mejores libros del año sea, al menos en mi caso, tarea imposible.

Lo cierto es que (aún concediendo que una cantidad importante de esos miles de libros que se editan no son de literatura) la elección de los títulos que cada lector devora está siempre condicionada por lo visible. Yo sólo puedo leer libros que sé que existen, aquellos que tanto las editoriales como las librerías o los suplementos y blogs literarios ensalzan y publicitan. Un ejemplo de la cantidad increíble de libros que por lo general pasan desapercibidos al grueso de lectores (y, por lo tanto, excluidos de todas esas listas) lo encontré el pasado 13 de diciembre en La Central de Callao, librería que visité aprovechando que estaba en Madrid para realizar los exámenes extraordinarios de fin de carrera. En fin, ver en una estantería (por poner un ejemplo) baldas y baldas dedicadas por completo a la Literatura Eslava, con cientos de libros recientes de autores que, en muchos casos, no conocía, me descolocó tanto que tuve que salir de allí por patas, sin comprar nada, aturdido por la certeza de que corría el riesgo de gastarme allí toda la paga extra que por ser funcionario no me han pagado estas navidades.  

Es por todo esto por lo que, más que una lista con lo mejor del año que ha terminado, voy a confeccionar una lista con una decena de libros que (tras haber sido comprados y vilmente abandonados en algún rincón de la casa, algunos durante muchos meses) me gustaría leer en breve. Son estos:

(“Hemingway y la lluvia de pájaros muertos”, de BORIS ZAIDMAN. Ed. Errata Naturae)

(“La librería”, de PENELOPE FITZGERALD. Ed. Impedimenta)

(“El rapto de Britney Spears”, de JEAN ROLIN. Ed. Libros del Asteroide)

(“Agosto, octubre”, de ANDRÉS BARBA. Ed Anagrama)

(“Todo como antes”, de KJELL ASKILDSEN. Ed. DeBolsillo-Lengua de Trapo)

(“Conversaciones con David Foster Wallace”, de STEPHEN J. BURN. Ed. Pálido Fuego)

(“Ropa tendida”, de EVA PUYÓ. Ed. Xordica)

(“Absolución”, de LUIS LANDERO. Ed. Tusquets)

(“Cerveza en el club de Snooker”, de WAGUIH GHALI. Ed. Sajalin)

("El mercader de alfombras", de PHILLIP LOPATE. Ed Libros del  Asteroide)

(“Kriptonita en el bolso”, de IVAN COTRONEO. Ed. Libros del Silencio)


Ya contaré qué tal.