martes, 27 de septiembre de 2011

DEMASIADO BONITO PARA SER VERDAD (KRABI)



Después de más de dos horas conduciendo ya casi hemos llegado a La Solana. A mi lado, Juan Almohada ronca como un animal desde que salimos de Barajas. Sé, por lo poco que me ha podido contar, que estos últimos días los ha pasado en Krabi, una ciudad localizada al sur de Tailandia, perfecta para hacer excursiones a algunas de las mejores playas de este país (como Kho Phi Phi, donde se rodó “La playa”, o Tonsai y Phra Nang).






Antes de entrar en esta especie de coma profundo en el que ahora se encuentra, Juan me ha descrito un par de instantes curiosos. El primero tiene lugar en una isla de arena tan blanca que parece nieve. No consigo recordar el nombre, pero sí que en ella los monos son los dueños y señores de la playa. Los puñeteros están tan habituados a los turistas que merodean sin pudor a su alrededor, en busca de algo que soplarles al menor descuido. 


La otra imagen es de la playa de Phra Nang. Allí, situado en una pequeña cueva, hay un curioso templo en el que se rinde culto al pene.



No puedo contar más. Después de eso Juan Almohada se ha quedado dormido.

Al entrar en el pueblo lo zarandeo un poco y lo llamo. “Sabes”, me dice, bostezando y restregándose con parsimonia los ojos, “Krabi es precioso, pero nunca un lugar tan bonito me había dejado un sabor de boca tan amargo”.


Juan me habla entonces de la masificación de las playas, del aluvión de turistas que, como él, desembarcan en ellas todas las mañanas convirtiéndolo todo en un puto circo… Pero enseguida se calla. Al llegar a un semáforo, justo antes de torcer a la izquierda y adentrarme en su calle, suspira y me espeta: “Oye, no olvides pasarte primero por la gasolinera, a ver si todavía les queda algo de pan que llevar a casa”.

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