Hablar de cuáles han sido los mejores libros del año que acaba de abandonarnos sería, por mi parte, un acto de enorme vanidad y fanfarronería. Básicamente, porque durante el 2012 he leído poco. A ver, casi no he hecho otra cosa durante mi tiempo libre, pero no han sido novelas ni poemarios, sino etnografías y libros de texto sobre Etnología Regional, Parentesco o Antropología Política. Si a eso añades el hecho de que cada año se publican en España decenas de miles de libros de los cuales yo (si me aplico) apenas leeré 60 o 70, comprenderás que la confección de una lista “real” de los mejores libros del año sea, al menos en mi caso, tarea imposible.
Lo cierto es que (aún concediendo que una cantidad importante de esos miles de libros que se editan no son de literatura) la elección de los títulos que cada lector devora está siempre condicionada por lo visible. Yo sólo puedo leer libros que sé que existen, aquellos que tanto las editoriales como las librerías o los suplementos y blogs literarios ensalzan y publicitan. Un ejemplo de la cantidad increíble de libros que por lo general pasan desapercibidos al grueso de lectores (y, por lo tanto, excluidos de todas esas listas) lo encontré el pasado 13 de diciembre en La Central de Callao, librería que visité aprovechando que estaba en Madrid para realizar los exámenes extraordinarios de fin de carrera. En fin, ver en una estantería (por poner un ejemplo) baldas y baldas dedicadas por completo a la Literatura Eslava, con cientos de libros recientes de autores que, en muchos casos, no conocía, me descolocó tanto que tuve que salir de allí por patas, sin comprar nada, aturdido por la certeza de que corría el riesgo de gastarme allí toda la paga extra que por ser funcionario no me han pagado estas navidades.
Es por todo esto por lo que, más que una lista con lo mejor del año que ha terminado, voy a confeccionar una lista con una decena de libros que (tras haber sido comprados y vilmente abandonados en algún rincón de la casa, algunos durante muchos meses) me gustaría leer en breve. Son estos:
(“Hemingway y la lluvia de pájaros muertos”, de BORIS ZAIDMAN. Ed. Errata Naturae)
(“La librería”, de PENELOPE FITZGERALD. Ed. Impedimenta)
(“El rapto de Britney Spears”, de JEAN ROLIN. Ed. Libros del Asteroide)
(“Agosto, octubre”, de ANDRÉS BARBA. Ed Anagrama)
(“Todo como antes”, de KJELL ASKILDSEN. Ed. DeBolsillo-Lengua de Trapo)
(“Conversaciones con David Foster Wallace”, de STEPHEN J. BURN. Ed. Pálido Fuego)
(“Ropa tendida”, de EVA PUYÓ. Ed. Xordica)
(“Absolución”, de LUIS LANDERO. Ed. Tusquets)
(“Cerveza en el club de Snooker”, de WAGUIH GHALI. Ed. Sajalin)
("El mercader de alfombras", de PHILLIP LOPATE. Ed Libros del Asteroide)
(“Kriptonita en el bolso”, de IVAN COTRONEO. Ed. Libros del Silencio)
Ya contaré qué tal.
Yo también estuve en La Central de Callao... y salí sin comprar nada, aturdido a más no poder; de hecho casi ni entro, porque cuando vi que ésta estaba donde durante años estuvo mi tienda favorita de música, Escridiscos, me entró una tristeza muy acorde con los días vividos, pero al final entré... Sí... de momento me conformo con leer algo de lo que tengo pendiente en casa, que no es poco... Saludos, amigo...
ResponderEliminarPese a todo, da un gusto enorme comprobar todo lo que hay por leer, toda esa cantidad enorme de libros que, la mayoría de las veces, pasan desapercibidos porque nadie habla de ellos, porque no aparecen en los suplementos literarios o en la tele, porque su breve estancia en las librerías transcurrirá semiescondido en alguna estantería esquinada. Ese acto de entrar a una librería como el entomólogo que se adentra en una selva, a ver qué encuentra, es indescriptible...
ResponderEliminarA mí me pasa como a tí, Juan Miguel. Tengo tantas lecturas atrasadas después de varios años de UNED que no hago más que comenzar un libro tras otro. Es como si quisiera leer de golpe todo lo que me he perdido estos últimos seis años, jeje. Ahora mismo ando con Penelope Fitzgerald, Jean Rolin, Sam Shepard, Séneca y Eva Puyó (su "Ropa tendida" me está fascinando).