UNO: Barajas (T1). El avión a Luton sale con tres horas de retraso. Según me cuentan en información, esto es algo habitual en este vuelo, que por ser el último acumula las demoras de todos los anteriores. Como compensación por la espera (¿?) nos ofrecen una Coca Cola y un sándwich de bacon y huevo a cada pasajero.
He de reconocer que el sándwich, al menos, justifica por sí solo el retraso, y no porque esté especialmente rico, sino porque (si hacemos caso a los ingredientes que dice poder contener) debe ser una de las comidas más completas y equilibradas que haya probado en mi vida.
La pegatina con información nutricional del sándwich me recuerda a otra muy graciosa que leí la otra tarde, al abrir un pedido de libros que acababa de llegarme por correo.
(Curioso que Casa del Libro lleve distribuyendo libros por Internet desde 1923, cuando la primera conexión de computadoras, realizada entre tres universidades de California y una de Utah, se realizó en 1969).
DOS: Lord Jim Hotel (Pennywern road, 23, 25). Si el hotel está sólo la mitad de bien que el libro de Conrad ya me puedo dar por contento, pienso mientras el autobús a Victoria atraviesa Londres de madrugada. Una vez allí…
TRES: Emirates Stadium (Hornsey road). Después de toda la mañana deambulando por los lugares que uno suele frecuentar cuando está de visita en una ciudad como Londres, cojo en Leicester square la “Picadilly” hasta “Arsenal”. Los gunners juegan hoy contra el Wigan. La verdad, no tengo muy claro lo de conseguir una entrada. Tal vez por eso, antes de lanzarme como un desesperado a la caza de un reventa, decido reponer fuerzas en un chiringuito próximo al estadio. La hamburguesa con bacon y cebolla tiene toda la pinta de ser un coctel explosivo de colesterol y triglicéridos, pero mi estómago parece haber asumido ya que esto es lo que va a encontrarse durante los próximos días, y al final el trozo de ¿carne? me sienta estupendamente. Luego todo pasa muy rápido. Resumamos la tarde diciendo que sí, que finalmente consigo una entrada y que no tengo que esbozar ante el portero la cara de gilipollas que he estado ensayando desde entonces (por si la entrada resultaba ser falsa).
Eso, sin olvidar el “momento idiota” del día (que casi me cuesta la vida) cuando, tras marcar Van Persie el primero de sus tres goles, salto de mi butaca con los brazos en alto ante el gruñido contenido de mis compañeros de asiento. Es entonces cuando descubro (¡cómo puedo ser tan despistado!) que el reventa (¡qué mamonazo, lo mato!) me ha vendido una butaca justo en el epicentro del sector donde la policía ha ubicado a los hinchas del Wigan (y el caso es que ya me extrañaba a mí que allí los forofos fueran de azul y no de rojo, jeje).
Pues suena muy entretenido!! por lo menos el sandwich no tenía queso. Espero impaciente los 7 instantes que faltan...
ResponderEliminarLUCÍA
Lucía, el mejor instante fue el 11º... pero ese no puede contarse aquí.
ResponderEliminarUn beso