Estos son Martin Mountains y compañía, algunos de los energúmenos que, intermitentemente, y desde hace más de una década, viven con la única misión de perturbar mi paz y robarme todas las horas de sueño posibles. Con mucho, falta el peor, ese tal John Pillow cuya última andanza me llena de desasosiego y al que pronto espero perder de vista para siempre.
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